Con el fin de proteger los recursos hidrobiológicos y garantizar la sostenibilidad de las pesquerías en el país, el Ministerio de Producción, en colaboración con el Instituto del Mar del Perú (IMARPE), ha anunciado el establecimiento de una veda reproductiva para el bonito (Sarda chiliensis chiliensis). Esta medida comenzará el 28 de octubre y se extenderá por 30 días.
La decisión se fundamenta en estudios realizados por el IMARPE, que indican que la mayor actividad reproductiva del bonito ocurre entre octubre y diciembre, siendo noviembre el mes clave para su desove. El Índice Gonadosomático (IGS), que mide el desarrollo de las gónadas en este pez, ha alcanzado niveles máximos, lo que subraya la necesidad de implementar esta veda para favorecer una reproducción óptima y asegurar la recuperación de la especie.
“El establecimiento de esta veda no solo busca proteger la biodiversidad marina, sino también resguardar el sustento de miles de familias que dependen de la pesca artesanal. Al garantizar la sostenibilidad del bonito, preservamos este recurso para las futuras generaciones y protegemos los ingresos de las familias pesqueras a largo plazo”, afirmó el ministro de Producción, Sergio González.
Para asegurar el cumplimiento de esta medida, se establecerá que la comercialización y el transporte del bonito solo podrán llevarse a cabo si se cuenta con la documentación que demuestre que el recurso fue extraído antes del inicio de la veda. IMARPE realizará un monitoreo constante de los indicadores biológicos y pesqueros durante este periodo.
El incumplimiento de estas disposiciones será sancionado conforme a la Ley General de Pesca y otras normativas vigentes, en un esfuerzo conjunto para combatir la pesca ilegal y garantizar el respeto a las medidas de manejo pesquero.
La implementación de esta veda refleja el compromiso del Estado peruano con la protección de nuestros recursos marinos, asegurando su conservación para las generaciones futuras. Con esta iniciativa, Perú se consolida como un referente en la gestión sostenible de la pesca, priorizando tanto la salud de los ecosistemas marinos como el bienestar de las familias que dependen de ellos. Este equilibrio entre conservación y desarrollo demuestra que el crecimiento económico puede ir de la mano con el respeto por la naturaleza.